Relato de Inma

Relato de Inma.

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Barrio de Chelsea, Londres. 
Finales de octubre.

- Maldita bruja…

Cahal llevaba varias horas despierto mirando como dormía Mizar, su Mizar. Lo volvía loco tenerla tan cerca y no poderla tocar como a él le diese la gana. Su fresita andante tenía demasiado carácter. Ella rechazaba todo lo que él era y el mundo en el que vivía, el vanirio estaba dispuesto a enseñarle ese mundo que tanto despreciaba. Ya había realizado dos intercambios con ella y esa noche tenía planeado hacer el último. Pero primero debía despertarla y reunirse con los demás en el Ragnarok.

Mizar se despertó de repente, había tenido otra pesadilla, el mismo sueño se repetía para atormentarla. Primero revivía la noche en que su madre y su hermana fueron brutalmente violadas y asesinadas por unos vampiros y después, algunos momentos de su vida que quería olvidar. Su trabajo en Newcientist, su padre adoptivo, Patrick Cerril, las torturas a las que sometía a los vampiros, o lo que ella creía que eran vampiros y, por último, cuando la secuestraron y toda su vida se desmoronó. Así fue como tuvo conocimiento de las dos razas de inmortales creadas por los dioses para proteger a los humanos. Eso es lo que ellos decían. Ellos, o más bien él. Ese rubio que le había hecho sentir cosas que no sabía catalogar. Y esa, era su otra pesadilla, pero una pesadilla muy real. Se estaba volviendo loca. Desde que se cruzó con él en el Ministry empezó a sentir cosas, y ella no estaba acostumbrada a eso. No sabía cómo reaccionar.

Abrió sus ojos para encontrarse con él. Se ponía muy tensa cada mañana al despertarse y sentir el cuerpo de ese hombre acariciándola, rodeándola o simplemente contemplándola. Tenía que buscar una manera de huir, de alejarse de él y de todos esos seres, de esa vida que ella no tenía intención de conocer. Respiró profundamente, el olor a especias de ese hombre la embriagaba. Y allí estaba él, sentado en filo de la cama, apunto de acariciarla. Ella se tensó al ver que él iba a tocarla de nuevo.

- Buenos días, mo dolag ¿has dormido bien? – Le susurró acercándose a su orejita y rosando sus labios con ella. Mizar intentó huir, pero Cahal la agarró de las muñecas sabiendo cómo iba a reaccionar la pequeña tigresa que tenía en su cama.
- Suéltame
- ¿O qué? ¿Volverás a torturarme? Creo que no pequeña, las cosas han cambiado, ahora soy yo el que va a jugar con tu cuerpo. Aunque de una manera diferente, perra. Lo dijo con un brillo en los ojos que prometía venganza. Tenía claro que ella era su cáraid y aún así una parte de él la odiaba por la tortura que le había infligido durante días sin ni siquiera mostrar un poco de dolor por lo que hacía. Otra parte igual o más poderosa necesitaba estar con ella de manera desesperada.
- Yo…Cuando Mizar veía la expresión de rabia y dolor en los ojos de Cahal, no podía evitar temblar. Se sentía muy débil frente a ese hombre con cuerpo de guerrero espartano y con cara de no haber roto nunca un plato. Semejante obra de la naturaleza debería estar penada por la ley. No le extrañaba que las compañeras del laboratorio estuviesen locas por él, se jugaban quién sería la próxima en limpiarle y cerrarle las heridas. Otra vez ese extraño dolor en el pecho, no sabía de que podía ser. Ella era fría, sistemática, vivía para su quarks y sus leyes físicas, no sabía nada de sentimientos. Se pasaba el día trabajando y después se iba a casa. Algunas veces salía con las chicas del laboratorio, pero sólo porque ellas insistían. Prefería estar en la tranquilidad de su apartamento siendo ella misma y haciendo lo que le gustaba. Con el tiempo se había obligado a no sentir nada por nadie. Era una inepta sentimental, como bien le había dicho el rubio de ojos de oro líquido, Noah.
- Yo, ¿qué? Atacó rápidamente.
- Suéltame, déjame en paz, ¿qué quieres de mí? No es suficiente que te haya dejado alimentarte de mí estos días. 
- Lanzó una carcajada,-ya ha sacado las garras otra vez, pensó Cahal. Aunque le aterra que la toque no puede evitar enfrentarse a mí. -¿Dejarme dices? Empezó a cabrearse. Me has arañado todo el cuerpo, has intentado golpearme e incluso me has arrancado el pelo. No creo que me hayas dejado, tigresa. Se lo susurró porque sabía que no le gustaba que la llamara así. 
- Por favor, déjame. No puedo seguir así. Me utilizas como si fuera tu comida. Tocas mi cuerpo a tu antojo. Me tienes encerrada. No puedo continuar con el juego perverso que tienes montado en tu cabeza, necesito salir de aquí. Recuperar mi vida
- ¿Qué vida? ¿Esa en la que maltratas a personas inocentes por tu ignorancia? Ah no, eso ya no va a pasar más. Y yo me voy a encargar de eso. Se acercó peligrosamente a su cara, tú y yo preciosa, esta noche nos vincularemos, vas a ser una vaniria como yo. Se acabó tu antigua vida. Casi se lo escupió.
- Antes me mato. Lo dijo sin vacilar, levantando orgullosa su barbilla y lanzándole una mirada tan intensa que a trevés de ella Cahal entendió que no dudaría en hacerlo. ¡Me escuchas me mato! No voy a ser una aberración de la naturaleza como tú o esos seres que te rodean.
- ¿Aberración? Eso es lo que somos para ti. Pues bien bonita, prepárate porque te queda poco de humana. La soltó y se levantó como si le dolieran las palabras que le había dicho. Ahora levántate y dúchate, vamos a salir. A ver si con el aire se te va el carácter de perra rabiosa. Si no supiera que es imposible diría que tienes genes de berserker corriendo por tus venas.

Y dicho eso se fue dejándola sola en el dormitorio. La habitación era más grande que su propio piso. Se levantó, y se enrolló la sabana en el cuerpo, necesitaba una ducha para purificarse. Cuando entró en el baño vio que él le había dejado toallas, ropa nueva y zapatos. ¿Cuando había comprado eso si llevaban casi una semana encerrados en esa maldita casa?

Se metió en la ducha de hidromasaje, puso el agua muy caliente para ver si así podía borrar las caricias y los besos que le había dado la noche anterior. Las lágrimas empezaron a caer, otra vez, otro dolor en el pecho. Pero qué coño le pasaba que estaba todo el día llorando, ella no era así. Mizar tienes que ser fuerte, relájate y piensa, eso es lo que mejor sabes hacer. Busca una salida, y corre lo más rápido que puedas para alejarte de estos… personajes. Se duchó tranquilamente mientras su mente ideaba una manera de escapar.

Tuvo que reconocer que por lo menos tenía buen gusto y que pensaba en sus necesidades. Allí tenía todos los productos que una mujer necesitaba. Incluso cremas y maquillaje. Un momento, y su tarro de perfume preferido de Ninna Ricci. ¿Cómo lo sabría? Le había comprado unos vaqueros de pitillo desgastados de color azul oscuro, una camisa de gasa negra transparente con cuello estilo mao con los bordes redondeados. Un conjunto de ropa interior negro de raso con un pequeños bordados de flores en el mismo color y braguitas brasileñas a conjunto, pero qué se creía ese tío. Unos zapatos de ante negro de plataforma y un bolso a juego. Para completar el look, le había dejado una gabardina negra. Se maquilló ligeramente y salió preparada para el segundo asalto. Tenía que estudiar a ese guerrero y encontrar sus debilidades para poder escapar de él.

Cuando Mizar abrió la puerta del baño, Cahal sufrió un shock, estaba tan bonita. Quería comérsela. Arrancarle esa dichosa camisa transparente y los pantalones y poseerla allí mismo. Sabía que ropa interior estaba usando porque él mismo la había elegido. Necesitaba hacerla suya porque llevaba más de un mes con una erección permanente. Ya casi no se podía controlar. Tenía un cuerpo perfecto, piernas largas, un pecho generoso, una cintura estrecha y unas caderas de infarto. Su cara era la de una niña dulce y su melena rubia era gloriosa. Lástima que tuviese ese carácter, aunque ya la domaría él con el tiempo. Esa chica le había devuelto la capacidad de sentir y no podía aguantar más para disfrutar de un cuerpo tan esbelto y bien proporcionado. Había escogido las tallas a la perfección. No podía dejar de repasarla de arriba abajo. Se acercó la rodeó y comprobó como su culito de diosa se marcaba de forma respingona es sus vaqueros. Esta noche, Mizar, esta noche vas a ser mía. – Era una promesa que se podía leer en sus ojos.

Cahal llevaba un vaquero de color claro, una camisa azul, del mismo azul de sus ojos, era un color tan intenso que podías perderte en ellos. Remangada hasta los codos y ligeramente abierta en el pecho, dejando expuesto ese torso que la hacía pensar en cosas peligrosas. Ese hombre tenía cuerpo de gladiador, le recordaba a los que salían en la serie de televisión Espartaco: sangre y arena. Ella había visto su torso desnudo muchas veces mientras meditaba. Sus músculos estaban definidos y bien desarrollados. Tenía un color de piel bronceado que cualquiera envidiaría y una cara de gestos duros pero bien esculpidos. Ella nunca había estado con un hombre, pero el rubito la hacía anhelar todo lo que se había perdido en sus 22 años. No sabía que le pasaba con ese hombre, era verlo y todas sus hormonas se revolucionaban. Para que no viese como se sentía le dijo:

- ¿Qué pasa, es que nunca habías visto una mujer vestida?
- Cahal emitió una sonora carcajada. Se acercó por detrás a su oído y le susurró: Particularmente las prefiero desnudas, aquí en mi cama… e hizo un gesto para invitarla acercarse más a él.
- Ni en tus mejores sueños, rubito. Cahal estaba tan cerca de ella que Mizar podía notar su erección rosando su trasero. Sabía que no le gustaba que le hablase con ese tono y a ella le encantaba molestarlo. Era su forma de devolverle algún que otro golpe. 

Decidió dejarla ganar ese asalto porque el ya había decidido hacerla su pareja y eso era lo único que importaba en ese momento. Lo demás vendría después. 

Mientras salían de la casa, Mizar estudiaba el inmueble como si fuese un plano, ventanas, puertas, conducto del aire acondicionado. Todo lo que pudiera servirle por si el otro plan que había ideado no funcionaba. Ella siempre pensaba en un plan b.

Cuando llegaron al garaje subterráneo se quedó con la boca abierta. El coche de sus sueños estaba allí. Un Bugatti Veyron en blanco. Le encantaba ese coche y ese color. Siempre quiso comprarlo pero Patrick le decía que no necesitaba coche propio, que para eso ya tenía un chofer y una limusina siempre a su disposición. Empezaba a dudar de que Patrick quisiera lo mejor para ella. Lo que realmente quería era tenerla controlada. Ellos nunca tuvieron ningún vínculo sentimental. Lo suyo era una relación basada en el respeto y la confianza. ¡Qué gran mentira había resultado todo! -Se dijo así misma.

Una vez montada pudo comprobar el lujoso interior. Asientos de cuero bicolor y calefactables, volante de cuero achatado en su parte inferior, mandos de ajuste de posición del asiento en el reposabrazos y… un momento tenía que comprobar si era cierto…

De repente Cahal notó como Mizar se deslizaba de su asiento acercándose a él de una manera peligrosa para mirar en el cuadro, seguro que quería comprobar si era de verdad el diamante que señalaba la velocidad. Se parecía a una valquiria que encontraba un objeto brillante. No sabía lo que estaba haciendo, si ella supiera cómo le afectaba a él su proximidad y sobretodo su olor, ese olor a fresas con nata que lo atraía, lo arrastraba hacia ella como las sirenas llevan a los marineros hasta las rocas. Su precioso pelo se desparramó por su carita y el no pudo contenerse.

-¿Qué haces? Preguntó temblando. Cahal había enrollado un mechón de su pelo en su mano y lo estaba oliendo. Ella se lo quitó y lo puso detrás de su orejita.
-Acaso no es obvio, mo dolag. – Deja de llamarme así. No me gusta. Yo no soy nada tuyo, olvídate de esa idea.

Cahal sentía como si le desgarraran el corazón cada vez que su cáraid le rechazaba. Pero no iba a dejar que ella se diese cuenta que podía herirlo tan fácilmente. La tomó de la nuca y la acercó a su cara. –Tú serás lo que yo quiera, le dijo dulcemente y acto seguido rozó sus labios con los de ella.

Mizar no sabía cómo reaccionar él la tenía cogida por el cuello y parecía que quería comérsela. De repente la besó. Fuego, eso era lo que sentía fuego por todo su cuerpo, nacía en su boca y se desplazaba hasta sus dedos. Fue un beso tierno, suave pero a su vez cargado de pasión. Y corto. Con eso le estaba diciendo muchas cosas. -¿Corto? Se preguntó. No quería analizar ese sentimiento. 

Cahal notaba como su niña se debatía interiormente, por eso no quiso forzarla. En los días que habían pasado juntos nunca la había besado en los labios, acariciaba su cuerpo con reverencia y lo besaba a su antojo, la excitaba, la mordía pero en ese momento no pudo evitarlo. Su cáraid no estaba preparada para un beso en los labios, eso era algo muy personal que sólo compartían los amantes. Lo que no supo era como se había contenido para no meterle la legua hasta la garganta y comérsela entera allí mismo. Pensó que lo mejor era darle conversación y que no pensara demasiado. Porque estaba claro que Mizar lo analizaba todo muy concienzudamente y no quería que en el próximo beso se alejara más de él. Le hablaría del coche. Cuando entraron en el parking se dio cuenta de que le brillaban los ojitos mirando su precioso deportivo. Si, le hablaría de eso.

Durante el trayecto de una media hora hablaron relajadamente de que el motor era la unión de dos motores v8, que con sus cuatro turbocompresores alcanzaba una potencia de 1001 CV a 6000 rpm. Lo que quería decir que esa belleza podía ponerse a 400 km/h. y ella amaba la velocidad. A menudo había practicado deportes de riesgo porque parecía relajarse cuando la adrenalina se disparaba por su cuerpo. Cuando en el trabajo se atascaba cogía un par de días libres y el peligro era la única sensación que volvía a activar todas sus capacidades. Escalada, salto en paracaídas, carreras con fórmulas 1, nadar con tiburones… ese tipo de cosas.

Cuando llegaron el Jubilee Park le preguntó qué a donde iban y que se suponían que iban a hacer allí. –Vamos a reunirnos con algunos miembros de los clanes, tenemos que ponernos al día y mi hermano quería hablarme de algo importante. Mizar se puso tensa. 

- ¿El trío de Victoria´s Secret está ahí dentro? - ¿Cómo? No sé a quién te refieres.
- Pues a la doble de Megan Fox, a la arquera con cara de gata y a la belleza morena de ojos lilas que parece salida de un cuento. Las que querían matarme. Parecen sacadas de un desfile de ropa interior de esa marca. Cahal no pudo evitar reírse. – Te lo voy a resumir, la doble de Megan Fox se llama Danna y es la mujer de mi hermano. -Pues tiene una mala leche. Él la corto, no hables así de ella. Cualquiera en su situación habría hecho lo mismo. La cazadora es una sacerdotisa y se llama Ruth, es una de las mejores personas que he conocido, acepta a cada persona por lo que es y no juzga a nadie. Y, la híbrida –La ¿qué? Le puso un dedo en sus labios. –No me interrumpas- Mizar sintió la necesidad de lamer y besar ese dedo. -La híbrida, Aileen, es el producto de una relación entre una berserker y un vanirio como yo. Tiene un corazón enorme. Es la mujer de nuestro líder, Caleb. Esas tres mujeres son increíbles y luchan por el bien de la humanidad, tienen una capacidad de amar que es digna de admiración y son apasionadas en todo lo que hacen. Tú podrías aprender de ellas, mo leannán.
- Ya te he dicho que no utilices apelativos cariñosos conmigo. Y yo no tengo nada que aprender. Tú mundo no me gusta, no lo conozco y esos ángeles como tú los llamas se portaron como unas… -No lo digas, porque no te voy a permitir que las insultes, a ellas no.

Sintió frío en su corazón, porque le hablaba así, qué significaban ellas para él. Mizar céntrate. Pero no podía hacerlo, ese hombre estaba metiéndose en su piel poco a poco y ella no lo podía evitar. –Qué triste de tu parte Mizar, tú que te crees superior a los demás por tu inteligencia y ahora resulta que no sabes lidiar con lo que te hace sentir un hombre. 

Cuando bajaron del coche se dirigieron a una cabina de teléfonos, él la invitó a pasar delante para poder observar sus curvas otra vez. – ¿Qué hacemos aquí? Ahora marcarás una contraseña y la cabina descenderá como en Harry Potter ¿verdad? -¿Cómo lo sabes?

Venga ya era una broma, ¿lo dices en serio? –Es algo así, ya verás. Cahal comprobó que no había nadie en los alrededores y presionó los botones adecuados. El suelo comenzó a moverse como un ascensor. Se abrieron las puertas y entraron en una especie de gruta de las maravillas. Aquel lugar era increíble, la decoración y la iluminación estaban integradas en la cueva como si formaran parte de ella. Ambos se quedaron sorprendidos.

- Este sitio lo construyó Adam, el noaiti del clan berserker. Y antes de que lo preguntes el noaiti es un poderoso chamán que tiene visiones. Aunque no tan poderoso como yo. Lo dijo con una sonrisa pícara. – Y ¿cómo se puede construir algo así? Esto es impresionante. –Te asombraría ver que pueden hacer unos cuantos inmortales juntos.

Se escucharon gritos desde el interior, eran los ángeles o demonios de Victoria´s Secret, aún no lo tenía muy claro, que corrían hacia el vanirio. Él abrió los brazos y abarcó a las tres. Ellos lo tocaban por todos lados y le daban besos. Incluso lloraban.

Ruth le preguntó: ¿Dónde te has estado escondiendo, bombón? ¿Ya has encontrado a tu amazona y por eso ni nos llamas? Le dirigió una mirada intensa a Mizar pero no había resentimiento allí, lo que había era curiosidad.

-Hermanito, le dijo Danna, me tenías preocupada tú no eres hombre de una sola mujer y tantos días con la misma hace que me preocupe. Aileen también quiso meter baza, ¿ya os habéis vinculado? Veo que lleva tu marca. –Alto las tres. Sí, estoy bien. Ella es Mizar, aunque creo que ya la conocéis, y, la asustáis un poco. La última pregunta no la responderé, porque sois demasiado curiosas las tres. ¿Dónde están los demás?

Que chicas tan directas, pensó Mizar. La miraban pero no podía identificar lo que veía en sus ojos. Una cosa era segura, no era odio. Aunque no se las veía completamente relajadas. Continuaron por un pasillo hasta llegar a una gran sala. El resto de la gente que había en la sala se acercó a saludar a Cahal. Todo el mundo parecía muy contento, a leguas se apreciaba que era una persona muy querida. Ella nunca supo lo que era sentirse así. -Muy bien, la envidia es otro pecado que añadir a la lista.

Caleb se acercó a ella. -¿Qué tal estas Mizar? ¿Te adaptas a nuestra forma de vida? –Quieres la verdad, pues ni me adapto ni voy a intentarlo. Lo único que deseo es que me dejéis libre e irme lejos. Empezar una nueva vida y olvidarlo todo. ¿Podrías ayudarme tú? Yo colaboré contigo cuando me contaste la verdad, por favor, ayúdame tú ahora.

-Caleb se quedó muerto, no sabía que decir. - Mizar, esto no es un sueño que puedas olvidar, ya estás dentro y no podemos dejarte ir porque ellos te perseguirán, tú vida está en peligro y sólo estando cerca de nosotros podemos protegerte. Y aunque quisiera dejarte ir no creo que Cahal lo permitiera, eres su cáraid. –No sé qué significa eso pero me da igual. En ese momento se acercaron las tres chicas. Perdona Mizar, le dijo Ruth, acompáñanos un momento para que podamos hablar contigo. Cahal, que no la perdía de vista y había escuchado toda la conversación, notó como su pequeña se envaraba al oír a Ruth. Se acercó. -¿Qué pretendéis? Nada druida, le dijo Danna, sólo vamos a hablar con ella y a explicarle un poquito la situación. Además, intervino Aileen, María está arriba preparando un té, ya sabes que ella es incapaz de hacerle daño a nadie. Y a ti no te va pasar nada si la dejas tranquila un ratito. Sonrió con pesar porque tenían razón, él no quería perderla de vista, que perceptiva era la híbrida. Está bien, les dijo, pero con una condición. Nada de condiciones Cah, dijo Aileen, ya sabes que aquí juagamos a todo o a nada. Acuérdate de cómo llegué yo aquí y por lo que tuve que pasar o mejor piensa en Ruth, ella se adapto sin problemas. Las cartas están sobre la mesa. Mientras decían eso arrastraban a una inocente Mizar hacia el ascensor. Una vez dentro Mizar se reveló. –Pero ¿quién os creéis que sois? No necesito ninguna explicación. No quiero que me miréis con cara de pena ni que penséis que soy como un corderito. Ni me interesa lo que tengáis que contarme.

Asynjur, soltó la cazadora de repente. Apareció una flecha de luz azul y con una velocidad espectacular apuntó a su pecho. –Muy bien bonita, si no hay otra forma de que nos escuches, usaremos la forma que ya sabemos que funciona contigo.

-Ruth ¿qué estás haciendo?, una mujer apareció en la puerta del ascensor. Suelta eso, no ves que asusta a la pobre chica. –Hola, me llamo María, soy la mujer de As. Y tranquila, que estas tres son inofensivas. La agarró de los hombros y la hizo pasar a una habitación muy acogedora. Siéntate mi niña. –Vosotras tres, si no vais a comportaros como las damas educadas y sensibles que sois ya os podéis largar de aquí. –Vale María, contestó Danna, es que estaba poniendo resistencia, no quería escucharnos. –Mizar explotó, desde luego que con vosotras no iría a ningún lado, ¿todo lo hacéis de esta manera, amenazando? Os recuerdo que me clavasteis una flecha en la pierna y me desgarrasteis el músculo. -Sip, es cierto dijo Aileen, pero vemos que se ha curado. Cahal se está portando bien contigo. No sabía si era una pregunta o una afirmación. Tenía una sonrisa es sus labios que estaba deseando quitarle. ¿Qué sabía ella de su relación? Eso era algo entre los dos. Pero que dices Mizar, qué relación ni que nada. Abre tu mente y obtén la información que puedas para ayudarte a escapar.

Bien Mizar, sólo te pido un rato de tu tiempo, tómate un té con nosotras y te contaremos nuestra historia y si tienes ganas puedes contarnos la tuya. En nosotras puedes confiar, somos una familia. –Café es lo que ella quería. -Aunque no lo creas estas tres ya te consideran como una hermana, pero están nerviosas porque se dan cuenta de que le haces daño a Cahal. –Mizar intentó interrumpir pero María la cortó. Aquí nadie te juzga, todos hemos cometidos errores y por eso queremos abrirnos a ti para que sepas porque te tratamos así, y si quieres puedes perdonarnos. Después de esas palabras que le habían llegado al corazón porque se veían sinceras, no tuvo otra opción que escuchar la historia que ese cuarteto tenía para contarle. Cuando acabaron Mizar hizo lo mismo con su vida, se abrió a ellas porque notó la conexión con esas mujeres que habían tenido un pasado tan tormentoso o más que el suyo propio. 

Pasaron varias horas con la charla hasta que las chicas comenzaron a explicarle a Mizar que era una cáraid. Eso no podía ser verdad, ella no podía ser la pareja de ese hombre, él la volvía loca de deseo y no podía dejar de pensar en él, pero no. –No puede ser, no lo conozco de nada y él no puede tener esos sentimientos hacia mí después de todo lo que le hice. Danna se acercó a ella y la abrazó. –Mizar, crees que si no fueses su pareja de vida, él nos hubiese pedido que te sacáramos de las instalaciones de Newcientist, no querida. Te habríamos dejado allí con el resto o mo Menw te habría matado. Debes abrirte a él, intenta escucharlo. Cahal no quiere forzarte a nada, te está dando tiempo. Aileen intervino, Mizar todo esto es muy fuerte pero tienes que reconocer que sientes cosas por él, se nota en como lo miras, además se sincera ¿no necesitas verlo ahora mismo? ¿No adoras su olor? ¿Mueres por sentir su contacto? –Yo no diría eso. –Di la verdad, asúmelo. –Bueno, yo… es verdad que desde que subí aquí mis pensamientos van en su busca todo el rato y que siento un frío en el pecho. Eso es amiga, dijo Ruth, sácalo, nosotras estamos aquí para ayudarte a comprender por lo que estás pasando y a manejar a ese vanirio si no sabes cómo hacerlo. 

Bajaron las cinco al salón principal y Cahal veía a Mizar relacionarse amistosamente con sus amigas. Estaba relajada, nunca estaba relajada cuando estaba con él. Incluso bromeaba con ellas. Se dirigían a la barra, él quería acercársele. Pero tenía una conversación pendiente con su hermano. Ellos también se habían puesto al día de lo sucedido primero, y después Caleb y Menw se acercaron para saber cómo llevaba la relación con su cáraid.

Las chicas se sentaron en una mesa alta, pidieron vino y algo de picar. Charlaban con total normalidad como si se conocieran de toda la vida. Sonaba música de fondo y el ambiente era agradable. Hacía tiempo que él no se sentía tan a gusto. Menw le decía que tenía algo importante que contarle pero él no podía prestarle atención. Sólo tenía ojos para Mizar. De repente sonó la canción Without you de Usher y David Guetta. Mizar se sentía observada, buscó a Cahal con su mirada y sintió una paz interior cuando lo encontró mirándola directamente a los ojos, era como si quisiera decirle algo…

I am lost, I am vain, I will never be the same without you, without you
I won't run, I won't fly, I will never make it by without you, without you

I can't rest, I can't fight all I need is you and I without you, without you
Can't erase, so I'll take blame but I can't accept that we're strange…

Ella escuchaba esas palabras dentro de su cabeza, como si él se las estuviese recitando. Sentía su corazón cálido, palpitando más y más deprisa y la canción continuaba, pero era como si los dos estuviesen paralizados en el tiempo, como reconociendo una parte de ellos mismos que estaba oculta.

I can't quit now, this can't be right, I can't take one more sleep this night
without you, without you … 
If you're not here I'm paralyzed, without you, without you
 I can't look, I'm so blind, lost my heart, I lost my mind 
without you, without you.

En ese momento, Cahal no pudo más. Se acercó a la mesa, la agarró del brazo y la sacó de allí. Todos en el club se quedaron con la boca abierta. Algunos reían, otros le daban ánimos y había quién le deseaba una buena noche. Menw se quedó con la boca abierta, su hermnano lo había dejado plantado por una mujer.

Ya en el interior del coche Mizar le preguntó que le pasaba y el vanirio explotó. ¿Que qué me pasa? Mo dolag, me pasa todo y nada. Tú has despertado mi capacidad de sentir, y desde que te conozco solo me has hecho sentir dolor. Dos mil años sin sentir absolutamente nada es mucho tiempo, y llegas tú y sólo siento como mi corazón se duele por tus palabras, por tus gestos. Toda tú eres fría, yo necesito tocarte, acariciarte a cada momento, sentirte junto a mí. Pero tú sientes miedo de todo. Si me acerco y te hablo al oído, tiemblas, si te toco, te apartas, si te beso… si te beso te quedas congelada como sino sintieras nada. Y me estás matando porque yo soy un vanirio y necesito de ti para vivir, tú eres mi pareja y lo único que me das gratuitamente es tu rechazo. Yo me muero por vincularme contigo con mi cuerpo, mi mente, mi alma y mi corazón y tú te comportas como una puta estatua. Despierta Mizar, y hazlo pronto porque si antes no tenía reparos en acostarme con una mujer distinta cada noche, créeme que ahora que sé que voy a disfrutar de ello, si tú no me lo das, iré a buscarlo fuera.

Mizar se quedó en shock. Ese estúpido quién se creía que era para hablarle así. Mira vanirio, lo dijo con retintín. Soy una simple humana, hasta hace un rato no comprendía nada sobre tu forma de vivir, si no hubiese sido por las chicas ni sabría de lo que me hablas. Me has encerrado durante cinco días en tu casa, y no te has preocupado por cómo me sentía yo. Acaso me has preguntado qué quería hacer, me has contado qué ha pasado con Patrick, Hummus y Seth, te has dignado a decirme que me estás convirtiendo en lo mismo que tú. ¡No! Te has limitado a pensar en ti, cerdo egoísta, en lo que tú sientes y lo que deseas hacer conmigo, depravado. No te ha importado si yo estaba asustada, me has mordido muchas veces y me has obligado a beber tu sangre. Que querías que hiciera, agradecerte por haberme dado ese trato tan gentil. Capullo, eso es lo que eres. Pararon en un semáforo en rojo y vio un parque. Esa era la oportunidad que había estado esperando pero antes lo remataría. Y no me importa, vete a buscar todas las mujeres que quieras, a mi me da igual. Tú mismo lo has dicho, no siento nada cuando me tocas ni cuando me besas. Seguro que por ahí encuentras lo que yo ni puedo ni quiero darte. Dicho esto se bajó del coche corriendo con todas sus ganas.

Vamos Mizar, ese parque te servirá para despistarlo. Crúzalo y en cuanto puedas móntate en un taxi. Las chicas le habían devuelto su móvil y también su documentación. Habían pasado por su casa para recoger sus pertenecías personales y su ropa, que habían enviado a casa de Cahal. No podía parar de llorar mientras corría le faltaba el aire. No escuchaba a Cahal ni olía a café. Porque el olía a delicioso capuchino. Un aroma fuerte y lleno de energía como él. Y ahora se estaba escapando, ahora que entendía todo, que pensó podía unirse a su causa y ayudarlos en lo que pudiese, ahora, ella había aprovechado el cabreo monumental de Cahal y había huido. Pero no por sus palabras, sino porque tenía miedo de lo que sentía por ese hombre y no sabía que paso dar a continuación. Aunque se sintió muy dolida por sus palabras se lo merecía por haberlo torturado. Pero él se había pasado, lo de las mujeres no era necesario que se lo dijera, ella ya sabía que se le tiraban encima. Lo había comprobado en el Ministry of sound la noche en que lo capturaron. Las lágrimas no dejaban de caer por su cara, ya faltaba poco para llegar al extremo del parque. De repente sintió una punzada en la espalda y calló. Lo veía todo borroso, pensó en Cahal y mentalmente le pidió ayuda.

Cahal se quedó petrificado con la declaración que su mujer acaba de hacerle. Literalmente no podía moverse. Si, porque esa era su mujer, con carácter y agallas para desafiarlo y salir corriendo. Muy lista porque lo había hecho en un parque lleno de gente donde no podría usar sus dones libremente. Ella sí que sentía algo porque si no, no le habría molestado el comentario de tener a otras mujeres en su cama. Por un lado, se sintió pletórico porque su niña por fin se estaba abriendo y por otro, sintió pánico al pensar que pudiera pasarle algo. Él sabía que ella estaba dolida y que estaba llorando. Aunque no se habían vinculado totalmente podía sentir el dolor de ella como propio. Salió del coche disparado e intentó hablar mentalmente con ella. Cuánto podría correr, a donde se dirigía. Por lo que sabía de ella iba directa a un taxi y después al aeropuerto. Pondría distancia entre ellos y desaparecería. Pero él no se lo iba a permitir. Sintió un leve pinchazo, se puso alerta. No era él, habían herido a su cáraid. Ella le habló mentalmente, ayúdame. Llamó a su hermano mientras corría como un poseso por el parque. –Venid al parque…. Mizar ha desaparecido y huelo vampiros y lobeznos.

Si le pasaba algo a su preciosa Mizar lo iban a pagar caro. Cada rasguño, cada gota de sangre la devolvería multiplicada por mil. Ellos tendrían sus diferencias pero no iba a permitir que se la quitaran, el olor a fresón era cada vez más fuerte, no la habían herido, la habían drogado. Era una trampa, querían cogerlo de nuevo. Pero el no iba a caer. Saltó y se subió a la copa de un árbol lo bastante alto, volaba de árbol en árbol hasta que la vio. Estaba tirada en el suelo, su cuerpo manchado de barro. Junto a ella dos vampiros comprobaban que la droga hacía efecto. Tras unos árboles varios nosferatums esperaban que el apareciera. No les iba a dar el gusto. Tanto anhelaba Seth el don drud. Pues por su bien, esperaba que estuviese cerca, porque desde que lo había recuperado no había hecho uso de él y este iba a ser el momento perfecto para ponerlo en práctica. Se relajó no tenía tiempo de meditar, usó su don de la visión para saber cómo iban a atacar los vampiros. Pudo ver claramente lo que pretendían así que se comunicó mentalmente con Menw que ya estaba cerca. -Sacad a los humanos, yo me encargo del resto.

Saltó directamente junto a los vampiros que ahora tenían a Mizar. La miró a los ojos y con una tierna sonrisa le dijo –Tranquila pequeña, en un momento estaremos en casa. –No, corre, aléjate esto es una trampa no lo ves. Debes irte, ponte a salvo. –Y, dejarte aquí, con ellos. Eso nunca, sentenció. –Pe… pero pueden hacerte daño Cah. –Su corazón dio un vuelco, su cáraid se preocupaba por él. Ahora sí que iba a luchar y los mataría a todo s por osar si quiera a hacerle daño a su mujer. –Cálmate, esto acabará en un momento. 

El vampiro que tenía sujeta a Mizar deslizo la cara por su cuello. –Umm, que bien hueles, y le pasó la lengua por la mejilla. Seth te está esperando, eres muy importante para él, necesita de tu inteligencia para continuar con sus planes. Ya falta poco para que empiece la guerra. –Suéltala, dijo Cahal en un tono tan frío que prometía la peor de las muertes a quien osara a tocarla.

Los lobeznos y nosferatums lo rodearon. Salían de todas partes. Eran más de veinte. Algunos llevaban armas, otros querían arañarlo y morderlo, algunos incluso desmembrarlo. Rió en su interior, ya verían que pasaba. Sacó uno de sus puñales y se lo clavó a un vampiro. Saltó cuando percibió a dos lobeznos acercándose por su espalda. Dirigió las armas de dos que lo apuntaban con ellos mismos. Tres menos. Envió su puñal al corazón de otro perro. Mientras él se acercaba por detrás de varios vampiros y presionaba puntos de presión sipalki. Sus cabezas reventaron. Notó como le clavaban un puñal por la espalda. Sin volverse cogió el brazo del vampiro y se lo arrancó. Lo encaró y le clavo la mano hasta su corazón. 

Buscaba a Mizar, los dos vampiros intentaban llevársela pero ella se resistía. Levantó la pierna y con un ágil movimiento le pateó la cara al vampiro de su izquierda. Cuando esté reaccionó le devolvió el golpe. Mizar sintió un dolor espantoso en el hombro, el hijo de puta la había estrellado contra un árbol.

Estaba muy cabreado cuando vio a su cáraid chocar contra el roble. Con una orden mental mandó al vampiro que le había pegado a su mujer contra la rama de un árbol y lo atravesó. El otro vampiro al ver lo sucedido salió corriendo. Cuatro más iban a por él. Voló y con un movimiento de su mano los lanzó por los aires hasta que chocaron contra el suelo. Se acercó y les arrancó el corazón uno por uno. Se dirigía a por tres lobeznos que corrían hacia él cuando apareció su hermano. –Pensabas divertirte tú solito Cah. –Esta es mi guerra Menw, puedo con ellos. Pero no te quitaré un poco de diversión. Caleb aterrizó al otro lado. –Dejad la charla, he quedado con mo ghraidh para cenar y seguro que llego tarde porque me mancharé de la sangre apestosa de estos renegados y tendré que ir a cambiarme. Los dos hermanos se rieron.

En menos de cinco minutos todo había terminado. As, Noah y Adam habían recorrido el parque buscando alguna pista pero no habían encontrado nada. Cahal tenía en brazos a Mizar mientras Menw la examinaba. -Ella no sanará si no le das tu sangre. Mizar al escucharlo intentó huir pero él la agarró más fuerte. Se levantó con ella y se dirigió a un sitio más reservado. Se mordió la muñeca y la obligó a beber. –No Cahal, no me obligues. –No hay discusión posible, tu seguridad es lo más importante. Sólo bebe un poco para que curen tus heridas, por favor. Lo dijo de forma autoritaria pero a la vez implorándoselo con la mirada. Así que no tuvo otra opción más que beber. 

Una vez curadas las heridas Menw le puso la inyección de adrenalina. Su cáraid temblaba de miedo y frío. –Hermanito, prepárate porque tu escurridiza mujer no va querer separarse de ti en toda la noche. –Caleb se acercó. Mizar ¿cómo te sientes? ¿Quieres que llame a Aileen para que cuide de ti? –Cahal se envaró, ¿insinúas que no puedo cuidar a mi pareja Cal? –No, sólo digo que Mizar aun no es vaniria y tal vez necesite que las chicas la ayuden a su manera para sacar la droga de su organismo. Y tú llevas mucho tiempo sin una mujer, todos te conocemos, mañana la chica va a querer morirse cuando recuerde lo que ha hecho contigo.

-Es mía. Yo la cuidaré y le daré lo que necesita. Ni más ni menos. Además, tenemos una conversación pendiente. Y dicho esto, saltó hacia el cielo y voló en dirección a su casa. Allí tendría la intimidad que necesitaba para aclarar las cosas con Mizar y explicarle lo que iba a ocurrir esa noche. Nadie iba a decirle cómo tenía que cuidar a su pareja.

-Estás herido, tu camisa está manchada de sangre. –No es nada, sanara en seguida. Entonces ¿porque yo he tenido que beber de ti para que mis heridas se curasen? Que inteligente. Se había dado cuenta ella solita que entre parejas vanirias la sangre de uno curaba las heridas del otro y lo hacía más fuerte. Mizar notaba la droga recorrer su cuerpo. –No te preocupes, es verdad que necesito tu sangre pero sólo la tomaré si tú quieres dármela. Mizar se quedó pensativa. Le estaba dando la opción de elegir, ella decidiría si quería darle su sangre o no. Notaba como su cuerpo se estremecía. En lo único en que podía pensar en ese momento era en el cuerpo de Cahal, en sus labios, y en esos ojos que prometían devorarla. Tenía unas ganas locas de besarlo. Notaba el aire frío en su cara, pero ella no se había montado en ningún coche. El vanirio la llevaba en brazos, bajó su cabeza y gritó. ¿Qué haces? Bájame, no puede ser. ¿Estamos volando? Se agarró más fuerte a él y acercó su cara a su cuello. Oía su pulso, su sangre deslizarse por sus venas. Sin darse cuenta le besó el cuello. Cahal sintió una erección que no le cabía en los pantalones. Muy pronto llegarían a su casa. Mizar necesitaba mantener su contacto. Pensó en porqué no podía mantenerse alejada de ese bárbaro tan guapo. Quería besarlo y… -Hazlo, Mizar, le ordenó él. -¿Qué? No sabía si el pensamiento lo había dicho en voz alta. –Que me beses y no lo has dicho en voz alta pero yo puedo comunicarme mentalmente contigo si tú te abres a mí como lo estás haciendo ahora. Tú también puedes hacerlo conmigo si quieres.

Llegaron a la casa, más bien a la terraza del dormitorio. Las puertas se abrieron de repente. Mizar apoyó sus pies en el suelo. Cuando Cahal la soltó se sintió vacía y sola. Necesitaba de su contacto. Notó las manos de Cahal en la cintura. Le dio la vuelta, se acerco a su cara y le dijo: -No sabes cuánto tiempo llevo esperando este momento. Sin dejarla hablar se lanzó a por su boca. Primero la besó de forma suave, para no asustarla, pero a medida que besaba sus labios necesitaba un contacto más íntimo. Deslizo el pulgar por su mejilla para incitarla a abrir la boca. Ella respondió como él esperaba y comenzó el asalto. Su lengua recorrió toda su boca, buscaba la suya y la animaba a jugar. Mizar nunca había besado así a nadie. Pero le pareció lo más normal del mundo. Sus lenguas se enlazaron y el vanirio aulló de alegría. Paso sus brazos por su espalda, acariciándola suavemente. Mizar puso sus manos sobre su pecho y fue desabrochando los botones de la camisa hasta sacársela por los hombros. Ese torso era pecado quería morderlo ahí. Se estaba volviendo loca, o una ninfómana. Cahal viendo que su mujer era apasionada le arrancó la camisa, le beso el cuello y fue bajando hasta su pecho. Mizar se puso nerviosa. –No tengas miedo, mo leannán. Si quieres que pare dilo y lo haré. Yo no podría hacerte daño. –No tengo miedo, es que nunca antes había estado con un hombre. Y ahora mismo por culpa de la droga todo mi cuerpo está gritando porque me toques y me beses y hagas lo que quieras conmigo. Yo necesito hacer eso contigo. –Haz lo que quieras… le susurró al oído. Fue dejándole una hilera de besos desde allí hasta el hombro. Sus manos se movían con pericia por su cuerpo. ¿Le estaba quitando el pantalón? No, ya se lo había quitado. Le agarraba el culo como si fuera suyo. –Es mío, preciosa. Y ahora, ¿qué era eso que te apetecía hacerme? –Esto, y sin más le mordió en el pecho.



6 comentarios:

  1. Waoo!!! Me encanto este fanfic!! Fue como leer algo de los libros, casi el mismo estilo hahaha
    Solo que no se entienden bien las conversaciones, porque muchas están pegadas y no separadas como debe ser. No sé si es por haberlo subido a Internet o es que ya venia así. Por lo demás, todo perfecto!

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  2. Muchas gracias. Es la primera vez que escribo algo pero me hacía mucha ilusión. Lena con sus historias ha dado alas a nuestra imaginación.

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    1. Hola Imma! A mi me ha encantado! Unos cuantos errorcitos
      Pero muy buena!!! Estás planeando hacer un fan fic de esta pareja? Me gustaria leeerlo! Sobre todo lo dejaste en la mejor parte!! Mala xD mantenge en contacto si escribes mas de esta pareja!

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  3. Pues no lo había pensado pero es que estos personajes me han calado hondo y dan mucho juego.
    Ahora estoy en el juego de rol como Mizar y algo estoy escribiendo. Podías pasarte por ahí y leer lo que vamos subiendo a ver que te parece. Gracias por tus palabras, me enorgullece que te guste algo que yo escribí, teniendo en cuanta que era la primera vez que he hecho algo así.
    Gracias de verdad.

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